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El campo del Club La Sabana atrae. De entrada, el golpe de vista al cruzar desde los pinos que rodean las canchas de tenis a la izquierda y ver desdoblarse el intenso par 4 del hoyo 18 a la derecha, y de paso allí el exigente green del par 3 del 14 más allá, es una invitación al juego, a la acción.
No en vano, sus 18 hoyos, finamente distribuidos a lo largo de la contundente topografía, han logrado destacarse en Latinoamérica tanto por su exigencia y diseño como por su imponencia y belleza por más de cuatro décadas, en una gran conjunción entre la naturaleza reinante y las maravillas de un diseño con varios elementos claves desde lo golfístico.
El Club Campestre La Sabana apareció en el firmamento golfístico a comienzos de la década de los años 80. Concretamente, en 1984 el establecimiento bogotano presentó oficialmente su campo de más de 6.000 yardas par 71, diseño de Mark Mahannah, el mismo arquitecto responsable de cientos de campos en Estados Unidos y el Caribe.
En Colombia, de hecho, puso su firma como diseñador en los campos del Club Campestre de Bucaramanga, el Peñón, La Pradera de Potosí, hoyos específicos del Campestre de Pereira y el Carmel.
A lo mejor, esa experiencia en la altura y características de Bogotá le sirvió a Mahannah para aprovechar muy bien el terreno que un grupo de petroleros y de entusiastas practicantes del golf adquirieron a finales de los años 70 para hacer realidad el sueño que en planos se gestaba como La Sabana, a orillas del Río Bogotá y con lagunas, bosques y árboles que en su mayoría se mantuvieron en medio de los 18 hoyos.
Inspirado en lo que hace a este club algo único, precisamente la Sabana de Bogotá, poco a poco el campo comenzó a ganar en importancia como un trazado retador, con fairways estrechos y cortos en su anchura, pero con profundas vistas al terreno circundante. Destacados, así sí, varios hoyos en su configuración, como uno de los pocos campos en Colombia con pares 5 en el inicio de cada una de sus vueltas.
El cierre de la primera vuelta, del 7 al 9; el par 3 del hoyo 14, con ese cruce por el puente de piedra camino al green con la sede al fondo, o el par 5 del 15, largo y con diferentes formas de jugarlo, son algunos de los hoyos que se destacan en La Sabana, al igual que el gran final, el par 4 del 18 con su salida alta al fondo, el fairway bajo y con agua a la derecha y un green protegido por búnkeres y elevado que pide un tiro preciso.
Con 6.364 yardas desde sus marcas más largas (azules), el campo del Club Campestre La Sabana está listo para la undécima edición de su abierto en este mes de noviembre, buscando un nuevo ganador que pase a la historia del golf colombiano.
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